Ellen Page tiene cara de pava

Mucho más ligeros que los Oscar, y cada vez más previsibles, los premios Spirit consagraron a la comedia Juno como la película del año y a la canadiense Ellen Page como la nueva gran promesa del cine norteamericano, aunque viva todavía en Halifax y dude si afincarse en Hollywood.

«Es difícil creer lo que está pasando», dijo la minúscula Page en el momento de recibir el Spirit a la mejor actriz del año. «No es que no esté entusiasmada por todo esto, el problema es que empiezo a sentirme un poco mareada»... Page celebró la semana pasada su 21 cumpleaños poniéndose hasta arriba de tequila.

Juno narra las peripecias de una adolescente embarazada que prefiere donar a su hijo en adopción antes que abortar. Pese a las buenas críticas y el éxito comercial (más de 100 millones de dólares en taquilla), la ligereza de fondo y la doble moral de la película ha suscitado un pequeño gran debate en Estados Unidos.

Con tres de los cuatro Spirit a los que estaba nominanda, Juno siguió fácilmente los pasos de Pequeña Miss Sunshine y Entre Copas, pasadas ganadoras de los Oscar del cine independiente. El director canadiense Jason Reitman recogió el premio al mejor filme del año y la codiciada Diablo Cody -con abrigo de imitación de leopardo- se llevó a casa la estatuilla al mejor guión.

«Todo lo que ha sucedido es por culpa de Diablo», advirtió a tiempo Page. «Ella escribió uno de los mejores guiones que jamás he leído y creó un personaje femenino como creí que no había visto nunca».


Diablo Cody, la ex stripper más deseada en estos momentos por los directores de Hollywood, estuvo muy comedida en el momento de la celebración. «Conseguir hacer tu película es ya un recompensa», dijo. «Llegar hasta aquí ha sido ya un milagro, y este premio va más allá de lo inimaginable».

La tercera gran protagonista de la tarde mojada de los Spirit en la playa de Santa Mónica fue la embarazadísima Cate Blanchett, que poco después recibiría el premio a la mejor actriz de reparto por su encarnación de Bob Dylan en I'm not there. Blanchett ofició un personalísimo homenaje a su ex compañero de rodaje, el malogrado Heath Ledger: «Fue tal vez uno de los espíritus más independientes que he conocido».

«Le echamos de menos», rubricó el director Todd Haynes, en el momento de recibir el Spirit al mejor reparto por I'm not there. «Resulta un poco amargo este premio sin él. Aún le recuerdo tomando nota de todos y cada uno de los detalles del rodaje. Habría sido un espléndido director, no me cabe duda».

El Spirit al mejor realizador fue, por cierto, para Julian Schnabel por La escafandra y la mariposa. Schnabel y Javier Bardem, viejos compañeros de fatigas (desde Antes que anochezca) cruzaron sus caminos en el gran tenderete de los premios independientes, que consagraron a uno de los rivales del español en la noche de los Oscar: Philip Seymour Hoffman. El Spirit al mejor actor fue suyo, por el doblete junto a Laura Linney en The Savages, la tragicomedia que ahonda en la conflictiva relación de dos hermanos ante la tesitura de qué hacer con su padre octogenario y abusivo.

Antes incluso que los socorridos Spirit, se entregaron los temibles Golden Raspberry Awards, más conocidos como los Razzies o los anti-Oscar, con dos unánimes ganadores: la desesperada Lindsay Lohan (en el papel de las gemelas Aubrey y Dakota en I know who killed me) y Eddie Murphy, desdoblado en tres, en la desternillante comedia (es un decir) Norbit. A Murphy le detuvieron en noviembre por conducir borracho y con cocaína; Lohan lleva todo el año entrando y saliendo de rehabilitación, como su amiga Britney Spears.

Sé quién me mató arrasó con ocho de los nueve Razzies, incluida una nueva categoría creada para la ocasión con la toda la mala idea: premio a la peor excusa para hacer una película de terror. Lohan, heredera de la peor Sharon Stone, recibió no sólo el premio a la peor actriz, sino también el de la peor pareja cinematográfica por por el improbable doblete de Aubrey y Dakota.

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