A Chiara Mastroianni le persigue la desgracia por la cara que tiene

Solo una directora como Claire Denis podía intuir en Chiara Mastroianni (París, 1972) una femme fatale. En sus propias palabras, la hija de Marcello Mastroianni y Catherine Deneuve siempre fue una niña obediente, hasta el punto de mortificar a su madre por su vida contemplativa y su bondad. Su carrera siempre ha estado marcada por roles andróginos y un tanto asexuados. 

Y su vida, por el pudor y la discreción. La única digresión fue Home, un disco casero grabado en 2004 durante su matrimonio con Benjamin Biolay. Como un relevo francés de los entonces recién divorciados Sofia Coppola y Spike Jonze, Chiara y el enfant terrible de la chanson francesa se elevaban a la condición de paradigma de la pareja cool. Así que nunca un director entrevió oscuridad ni malos presagios en la intérprete. Tal ha sido el shock de la actriz con el rol asignado por Denis que, en su irónica opinión, Los canallas –película que se estrena en España el 21 de marzo– no es tanto un thriller sobre la venganza y la codicia como una cinta de ciencia ficción.

Claire Denis ha declarado sentirse intimidada por ti. ¿Eras consciente de despertarle esa sensación?

Me quedé muy sorprendida cuando lo leí. Supongo que sabe que me fascina su trabajo y teme que pueda decepcionarme. Pero la verdad es que es ella la que me amedrenta a mí, porque he admirado durante mucho tiempo su carrera. Incluso antes de convertirme en actriz. Tenía 17 años cuando vi S’en fout la mort (1990), una película violenta, oscura. Me preguntaba quién era la mujer qué había elegido un tema así. Soñaba con trabajar con ella. Hay algo magnético en sus filmes.


Finalmente, la conocí en 2001 y no perdí el contacto, pero soy muy supersticiosa y pesimista. De hecho, siempre he sido incapaz de comentarle a un director que quiero colaborar con él. Es como decirle a alguien que le deseas y que te tome, que te ame, porque vas a hacerlo feliz. Me parece forzar una situación. Si uno quiere trabajar contigo, ha de ser él quien piense en ti. Tuvieron que pasar 10 años para que me decidiera a pedírselo. Creo que cuando alcanzas los 40 te planteas que ya es hora de ser sincera.

¿Qué te llevó a acceder?

Claire me indicó que había una violencia y una feminidad en mí que quería sacar a la luz. Y yo me dije: "¡Uau! Vaya imaginación tiene". Porque habitualmente mis personajes poseen reminiscencias de adolescente y son un poco masculinos. Nunca he sido un objeto sexual. Suelo interpretar a la vecina de la que nadie se enamora, a la amargada, a la divorciada... Al dar vida a una mujer fatal me sentía como Sigourney Weaver en Alien. Aquello era auténtica ciencia ficción.

¿Cómo te preparaste para ese giro inesperado en tu carrera?

Subiéndome a unos buenos tacones, realzando mi pecho, yendo peinada de peluquería, con joyas, vestidos ceñidos... Cuando trabajas con Claire sabes que vas a interpretar a una mujer dura. Hoy en día, todo ha de ser suavidad en las formas, pero ella dice lo que piensa, su cine es rock and roll y merece la pena. Y lo bonito es que mi personaje retrata una nueva versión de la femme fatale. Habitualmente, es un rol al que le mueve la codicia o la pura maldad, pero aquí la vena oscura le viene de la maternidad, su motor no es la destrucción del protagonista masculino. No es una mujer calculadora ni una diablesa, solo quiere proteger a su hijo.

Has dicho que eres una persona muy pesimista. También lo es la película. ¿Por eso te gusta tanto el cine de Claire?

Afirmar que soy así tiene un punto de coquetería. En realidad, estoy llena de esperanza y de ingenuidad, y de ahí deriva una gran ansiedad. El cine de Claire me gusta porque es lúcido. En un mundo donde la mayor parte de las mujeres fuimos criadas con cuentos de hadas, con la promesa de que un príncipe encantador vendría a rescatarnos, es interesante dar con una directora que no es una víctima ni una cínica, sino sensible, pero un hueso duro de roer.

¿De qué manera educas a tu hija?

No quiero que acabe siendo como yo, ingenua. Vivimos en una sociedad en la que si una mujer no desea tener hijos la mayoría piensa que es porque no puede. Y quiero enseñarle que no, que tiene la posibilidad de decidir.

En tu próxima película, ‘Trois Coeurs’, interpretas a la hija de Catherine Deneuve. ¿Cómo es replicar vuestra vida real?

Cuando estamos juntas en el set somos muy respetuosas, porque resultaría muy desagradable hacia otros actores y hacia el director que nuestra forma de hablarnos fuera diferente a la que usamos al dirigirnos al resto del equipo. Hay una línea muy clara entre la vida real y el trabajo. Lo que me encanta es que mi madre transmite una imagen de iceberg que no coincide con la realidad. A veces, en los rodajes donde hemos coincidido, me he encontrado tranquilizando a la gente y diciéndole que es maja. Se trata de una mujer divertida, a la que le gusta la cocina y la jardinería, que recoge la caca de su perro cuando lo saca a pasear. No vive en una torre de marfil.

¿Dónde encontraste el aplomo para dedicarte a esta profesión con el listón tan alto que habían fijado tus padres?

Ahora tengo 40 años y, si me sintiera frustrada por mis padres, necesitaría terapia durante el resto de mi vida. Pero es verdad que durante mucho tiempo he repetido que no era frustrante, que es más complicado ser hija de políticos. Quizá había algo de cierto, pero sobre todo se trataba de autopersuasión, porque de lo contrario me hubiera quedado paralizada. Ha sido mi manera de quitarle dramatismo. De hecho, en la vida real nunca salgo, soy muy hogareña.

¿Te escondes de la prensa?

No, qué va, sino que no necesito salir por la noche. Fui criada por mis padres en una vida muy convencional. Mi madre no es Sunset Boulevard, y mi padre nunca veía sus películas, le encantaba ir a patinar sobre hielo conmigo, echarse la siesta..., cosas muy comunes. Me di cuenta muy tarde de que eran estrellas de cine, porque aunque sí me llevaron al set de rodaje, especialmente mi padre, nunca les acompañé a ningún festival ni a sesiones de fotos.

¿Te ha ayudado la maternidad a entender sus ausencias?

Ser madre y dedicarme a la interpretación me ha permitido entender el placer que sentía la mía en el set y el hecho de que no me quisiera allí, porque si estoy rodando ni siquiera llevo el móvil, deseo ponerme a disposición del proyecto por completo. No es que pretenda ser un personaje de Charles Dickens, pero de niña me resultaba complicado asumir las ausencias de mi madre. Ella siempre dirá que estaba ahí, pero solo tiene que repasar su filmografía para dejar de repetir sandeces (risas). Ansiaba tener unos padres que trabajaran en la oficina de correos, pero, por otro lado, era muy excitante acompañarle a él a los rodajes. Ahora he comprobado que es imposible ser la madre perfecta.

¿Qué recuerdos tienes de esos momentos entre cámaras?

Era estimulante, aunque a veces también aburrido, cosa que no me asusta, no hay que estar hiperactivo todo el tiempo. Fui una persona muy contemplativa desde una edad muy temprana.

Tu madre no quería que fueras actriz.

No, de hecho se disgustó mucho, pero espero que ahora esté orgullosa de mí. Digo yo que después de 20 años se habrá acostumbrado (risas). Ahora la entiendo perfectamente. Me daría pánico que mis hijos me dijeran que desean ser actores, porque la vida ya es de por sí complicada, así que mejor que no opten por un oficio tan inestable.

Pero ahora la inestabilidad existe en todas las profesiones.

La paradoja es que a mi padre le hizo muy feliz. En el caso de mi madre, como el primer papel que conseguí fue en una película en la que ella participaba, se dio cuenta in situ de lo que disfrutaba. Siempre fui muy obediente, pero no en ese aspecto. En ocasiones pienso que debería haber sido más rebelde. Ella me decía: "Me preocupas, nunca te quejas, no es una buena señal para el futuro".

Pues ahí tienes la rebelión.

Fíjate que no había pensado en esos términos. Vaya, sí que me rebelé. ¡Esta noche voy a dormir muy a gusto!

Una carrera en Francia

Chiara Mastroianni comenzó en el cine, siempre en su país, hace más de dos décadas, y ya ha rodado más de 40 películas. Arriba, en una imagen de ‘Los canallas’. Bajo estas líneas, de arriba abajo, en sus papeles en ‘Les bien aimés’ (Christophe Honoré, 2011), ‘Pollo con ciruelas’ (Marjane Satrapi, 2011) y ‘L’heure Zéro’ (Pascal Thomas, 2007).  

Comentarios

Entradas populares: