Alaska y Mario son unos petardos

Te acuerdas de la primera vez que nos enrollamos?», pregunta retórico Mario Vaquerizo a Olvido Gara, mientras sacude la melena en El Fabuloso. Escucha atentamente Carmen Lomana, que ha estado cenando en su casa junto con unos amigos. «Claro, Silvia lo vio todo. Nos besamos tanto que nos caímos al suelo en la barra», cuenta Alaska. Y Silvia añade: «Es la primera vez que he visto a Olvido con los labios sin pintar».

La pareja pone a Lomana en antecedentes. Le acaban de anunciar que se casan en el entorno de una cena emitida en el reality que protagonizan en MTV. Se prometen amor eterno por segunda vez. Y en esta ocasión muy a la española.


Olvido Gara (47 años) y Mario Vaquerizo (36) recogieron ayer su libro de familia en el Registro Civil de la madrileña calle Pradillo. Ya se habían casado en Las Vegas por el rito de Elvis, pero ahora querían renovar sus votos con el público como invitado especial. Alaska, con un entallado vestido rojo a juego con el ramo y los zapatos, rompió con la grisura de unas instalaciones obsoletas erigidas en 1984, en plena movida madrileña, como un monumento a la burocracia. Aquí mismo, entre inmigrantes que tramitan la nacionalidad y padres que dan a luz a sus bebés en la vida civil, han emitido sus votos de matrimonio famosos como la mismísima Isabel Preysler.

Salieron blandiendo el libro de familia entre granos de arroz. Acto seguido, Olvido se enfundó en Alaska para dar su primer concierto de casada en España en Aranjuez. El deber es lo primero. La comida familiar se celebrará hoy en los salones de mármol, lámparas de araña y manteles dobles del mítico Hotel Emperador.

Los espectadores de MTV lo saben. Querían una boda española de las de toda la vida. En un principio habían pensado en los salones Imperio, que descartaron por una cuestión operativa. Las bodas vecinas podrían revolucionarse al saber que Alaska estaba dando su baile en el salón de al lado.

Eso sí, la tarta, a petición de Mario, será una de esas «como horteras, maravillosas, llenas de nata y rosa». El domingo la fiesta continúa con los amigos más cercanos en la piscina de la azotea del Hotel Emperador. Convocados al grito de «Forever and ever», lema de su invitación de boda, es más que probable que el festejo acabe dentro del agua, por lo que los recién casados han contratado a un socorrista. Que viva el petardeo.

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