Las marujas el mejor público para Fernando Tejero

Su primer público fueron las "maris" que iban a la pescadería. "A mí me encantaba marujear. Había mujeres que venían un poco a desahogarse, que si su marido esto que si su marido lo otro... A mí me encantaba seguirles el rollo y me lo pasaba bomba. Mi padre me reñía y me decía: ‘Aquí lo que hay que hacer es darse prisa y vender mucho’". Otras veces el trato de cara al público no era tan agradable. "Siempre estaba la clásica maruja que venía a tocarte los cojones, de las que se gastan cuatro duros y encima quiere que le des el quiosco entero para ella".

¿Quién compra mejor, las mujeres o los hombres?

He de decir que los hombres son mejores compradores. Se gastan más el dinero y lo único que te piden, y de muy buenas formas, es que les des calidad. No se ponen a regatear ni cosas así.

En cualquier caso, lo que de verdad disgustaba a Tejero era el frío. "Yo no podría volver al oficio porque pasar frío es lo que peor llevo. Siempre tengo las manos y los pies helados y se me llegaron a deformar incluso los dedos de las manos del frío. Recuerdo que discutía con mi padre, que era de la vieja escuela, porque yo quería poner una estufa pero él decía que secaba el pescado".

A pesar de estos rifirrafes Tejero se siente orgulloso de aquellos días. "Cuando por fin me mudé a Madrid para estudiar en la escuela de Cristina Rota, necesitaba trabajar y no quería nada por las noches... ¡Recibí cinco ofertas de sitios diferentes para contratarme! Entonces entendí que el oficio de pescadero se estaba perdiendo". Si el bombazo Aquí no hay quien viva no le hubiera hecho famoso en toda España, hubiera podido seguir en el negocio. "Quisieron hacerme encargado de la pescadería en la que entré en Madrid".

El teatro salió a su paso pronto pero tenía que seguir ganándose el jornal. "Recuerdo que estaba en el Alfil haciendo una obra con Animalario, El obedecedor, con Alberto San Juan, Willy Toledo, Malena Alterio, Roberto Álamo, gente que hoy son todo figuras, y yo por las mañanas en la pescadería". Él es un gran ejemplo para toda la gente a la que la crisis le ha alejado de sus sueños profesionales y tienen que conformarse con trabajos alimenticios. "Yo pienso que siempre hay que luchar. Cuando pasa el tiempo y ves que te vas amargando porque no pruebas a realizar tus sueños, tienes que luchar. Una cosa es si lo pruebas y no sale, pues vale, pero como decía la canción de Sabina: ‘No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca se dio’. Hay que intentar las cosas".

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