Socialismo no es lo mismo que Felipismo

La sugerencia hecha por García Damborenea de crear una oficina del Defensor del Militante en el seno del PSOE ha servido para trazar una divisoria que separe a los socialistas de los felipistas, en esa cirugía tan dolorosa y a la vez tan urgente a la que se debe someter cuanto antes el socialismo español. Bajo la aspiración de la coherencia, un sector del Partido acaba de alumbrar la corriente Democracia Socialista con un venturoso propósito: enderezar el rumbo del Partido y del Gobierno. 

¿Qué pasa en el Partido? Que no hay democracia interna sino dictadura del aparato, que sé han sustituido los principios por los fines. ¿Qué pasa en el Gobierno? Que no gobierna el PSOE sino una mutación que se llama felipismo. Este es el núcleo de la crítica que hace DS. Como ha advertido Damborenea, el PSOE no va a tener credibilidad en periodo de vacas flacas, lo que puede entrañar su agonía como partido. La Historia de la Europa reciente está llena de ejemplos. El desgaste proviene de la ausencia de ideales y sustento moral, que hace irreconocible al PSOE actual respecto al que creara Pablo Iglesias.


El felipismo ha dado un sesgo pragmático y burdo a aquella imagen primitiva, preñada de valores éticos. Ha incurrido en vicios tan ajenos al talante democrático como el «cuñadismo», que remeda, en instancias autonómicas, situaciones extremas propias de las repúblicas personalistas imaginadas por García Márquez. Vicios como el de desdeñar las inquietudes sociales a cambio del boato de los nuevos ricos. O el de engañar al electorado, incumplir promesas, o apostar por el lado más injusto del capitalismo. La voz de alarma no es nueva. Ya el «viejo profesor» Tierno Galván manifestaba su reticencia hacia «estos chicos» -como él los llamaba con un dejo de irónica amargura. Pero los demás «Pepitos Grillos» que intentaron sembrar el remordimiento o simplemente la duda en el Partido fueron sistemáticamente postergados u optaron por el ostracismo: Castellano, ahora con el PASOC, Gómez Llorente, por fin Damborenea.

En algún caso la corriente alternativa no ha logrado salir de la penumbra, como ocurre con Izquierda Socialista. Pero Democracia Socialista nace en un momento de «ya no va más» y parece dispuesta a llegar hasta el final. Su aparición es paralela al resurgimiento de Redondo como líder de una UGT que no renuncia a la pureza ideológica y que ya demostró de lo que era capaz con el 14-D. Ni en la Naturaleza ni en la política es buena la división, de modo que se puede decir que una de las dos partes terminará sobrando. O una de las dos impondrá sus tesis a la otra. DS opta por el regreso a la autenticidad frente a la carencia de esencias del felipismo. Este y no otro va a ser el verdadero duelo de titanes en la política española para los próximos meses. Un duelo entre los ideales y los intereses. La corriente DS quiere ser la voz de la conciencia socialista en vez de la voz del amo felipista.

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