Su cara me recuerda a "Manolo cara güevo"

En los campos de refugiados de Zaire, donde viven en torno a dos millones de exiliados ruandeses, los niños cantan continuamente una canción que les enseñan sus mayores. El estribillo de esta canción repite: «Volveremos, volveremos...». Tanto Zaire, que les acoge, como la comunidad internacional, de la que viven, desean asimismo que estos ruandeses, de etnia hutu, vuelvan cuanto antes a su país. El actual gobierno de Ruanda también insiste en enviar mensajes para que regresen a casa. Pero los refugiados no son libres para elegir. Los que intentan el regreso son asesinados por los militares y los «interhamwe», la milicia extremista hutu.

Los responsables del genocidio -alrededor de un millón de muertos entre tutsis y hutus moderados-, que horrorizó al mundo entre abril y junio, son conscientes de que para ellos, la vuelta significaría inmediatamente la cárcel y un juicio del que nada agradable pueden esperar.

Por eso, sólo pueden volver a Ruanda reiniciando la guerra que perdieron el pasado verano a manos del Frente Patriótico Ruandés (FPR). Mientras se reorganizan y hacen acopio de armas para asaltar el país de las mil colinas necesitan que el resto de refugiados permanezca en los campos.

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